Cine y Violencia.
Juan Orellana Gutiérrez de
Terán.
Es una lógica que el séptimo
arte transmita escenas de violencia, al ser un reflejo de la propia esencia
humana que cómodamente se expresa a través de imágenes y sonidos que facilitan
la expansión de su comprensión a un mayor público. De tal manera que esta forma
de expresión es el mejor espejo que puede tener el ser humano para ver
materializada su creación violenta desde la mente maestra de un cineasta hasta
los vampiros consumidores de imágenes que asisten a ver la película con la idea
de satisfacer sus deseos de curiosidad donde se puedan retar sus sentimientos y
sus pensamientos acerca de un tema tan conocido y demandado como la violencia.
El cine hollywoodense por su
mayor expansionismo global, impacta en las sociedades del mundo con gran
aceptación y con un mayor número de fervientes seguidores que se mezclan con
las historias contadas desde una perspectiva y una idiosincrasia
estadounidense; es decir este cine transmite las formas culturas de este país
en la mayoría de los casos. Y según el libro de “El código Cultural” de
Clotaire Rapaille en Estados Unidos la gente disfruta de consumir productos que
contengan la mezcla de violencia y sexo, por tanto las películas que logren
conjuntar estos dos requisitos tienen una mayor posibilidad de agradar a las
masas; y esto por su gran acercamiento a
muchas culturas alrededor del mundo se transmite y también se acepta y se
consume sin ninguna extrañeza cultural.
Su aceptación también crea una legitimización y menos censura de las
expresiones violentas que puedan presentarse debido a los gustos que demandan
ese tipo de films, y no solo en el cine sino también se puede ver el mismo
efecto en nuestro país con el consumo de periódicos como el metro que de la misma
forma conjugan estos dos requerimientos en la parte frontal se encuentra la
violencia y en el anverso imágenes referidas a la sexualidad, además de que al
igual que el cine de Hollywood es de un acceso de mayor facilidad.
El cine es una herramienta
poderosa de expresión, de difusión de ideas con su flexibilidad sonora y visual
además de la incorporación de la tecnología que se mezclan dentro de la
creatividad humana hacen del séptimo arte una gran posibilidad real a los
hombres para volverse inmortales para no dejar de existir jamás expresados en
una totalidad tangible que puede ser moldeada y controlada a su imagen y
semejanza, así que, si a algo se parece el director de cine es a Dios. Y el cine se convierte en ese reflejo que
proyecta a la humanidad entera como ningún espejo, la violencia por tanto se
vuelve necesaria para el cine tan necesaria como cualquier otra forma de
definición y sentimiento humano; la violencia sea argumentativa o sin sentido
es acompañante de todo arte humano, pero al momento de hacerlo tangible,
conocido y tan igual a la realidad que se vive, produce una extrañeza que solo
puede observarse cuando dos cosas iguales se encuentran factiblemente; este
fenómeno es lo que causa la contradicción de gusto y culpa, censura y disfrute,
es decir es una contradicción que se complementa y hace del cine algo humano.
Las imágenes y sonidos que nos transmite el cine por más raras, grotescas, o
lejanas que parezcan no dejan de ser expresiones de ideologías y realidades
humanas.
EDGAR ALEJANDRO GUADARRAMA
RUEDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario