jueves, 29 de marzo de 2012


Cap. 9, 10, 11.
Hegel y Marx tienen una concepción vertical de conciencia dominio y consciencia servil, adjudicándole al trabajo la fuente de la enajenación, haciendo que el siervo viva en sí y no para sí. Esto se convierte en la dialéctica en su máxima expresión; choque y guerra de antagónicos donde ninguno llegan a integrar el objeto, pero sin la existencia de ambos no podría existir el objeto definido como tal.
Los modelos autoritarios obtienen su base de poder en su superioridad tecnológica. Esta concepción tiene su fundamento a través de la historia y en el mismo presente, las grandes potencias colonizadoras son las que tienen un desarrollo de conciencia de dominio y la tecnología de su lado.
El sistema autoritario se reproduce constantemente la conciencia servil y la de dominio, y las instituciones sociales reproducen el modelo autoritario. Una cosa es cierta el juego de dominadores y dominados es una realidad y en cada modelo si es que existen diferentes modelos económicos y políticos, o si solo ha existido uno y se ha desarrollado durante toda la historia humana hasta llegar a nuestra actualidad, pero la voluntad de poder siempre ha existido, el amor por el poder es la única verdad consciente e inconsciente que tiene los seres humanos; por tanto el juego de opuestos es necesario y real; sin embargo este concepto marxista tiene una multitud de factores que influyen y que se dispersan hasta el infinito, creando una complejidad que va más allá de una dialéctica, de un choque de opuestos, ya que existen valores horizontales que afectan a todo ser humano, es una endoculturación que determina pero que de la misma forma construye identidades particulares y selectivas, que fluyen por todo los círculos sociales con una movilidad llena de presteza.
La violencia evoluciona y se transforma de manera intima a la evolución humana, no puede quedar paralizada por que es una acompañante eterna del hombre, las armas se vuelven más sofisticadas y están al alcance de las sociedades, las armas son conocimiento de los tiempos presentes;  tienen un juicio parcialmente controlable pero contienen un concepto propio de justicia, la justicia sin entendimiento, la justicia que también cambia constantemente y se vuelve abstracta, relativa e incomprensible para la humanidad, por tanto se vuelve cómplice y amante de la violencia. Por tanto ambos conceptos se disipan y explotan en innumerables direcciones, la corrupción y la alienación se recrean y renacen en las sociedades, en pro del caos y el orden social, muchas veces es necesario retorcer las leyes lo conveniente para poder volver congruente un ordenamiento social. Esto conforma un habitus caprichoso, un habitus simbólico que hace comprender lo intanginble pero a la vez es una presa inapresable que le da sentido a la vida y las costumbres humanas.
La violencia en el seno de la clase obrera.
El autor vuelve a retomar las ideas de Hegel, donde existe una posición y control vertical de la sociedad, donde los menos beneficiados son los que se encuentran en la parte baja de esa escala, por ende los obreros son lo más perjudicados, vendiendo su propio físico por que es lo único que pueden ofertar ya que no tienen ninguna otra oferta, por lo cual los patrones aprovechan esta situación dándoles salarios que solo son efectivos para que sigan sobreviviendo pero nada más, teniendo una alienación total, haciendo del obrero no solo una víctima de violencia, sino que también es un instrumento y un sujeto de la violencia, desarrollándose una lucha de todos contra todos  manifestándose a través de diferentes formas de violencia.
Esta clase de asimilación de la violencia no deja de ser verdadera pero deja de lado factores interesantes al generalizar, ya que los factores sociales entorno a las clases dominantes y dominadas son muy diversos y múltiples que afectan el sentir y el comportamiento de cada una de las personas.
En la lectura se habla sobre la violación como fenómeno universal, esto desde mi punto de vista es cierto, la violación se encuentra en cada sociedad, los tabús y las normas regulan los actos de violación parcialmente, por ser un fenómeno violento su naturaleza se encuentra inmersa en las poblaciones humanas, lo único que varia son los índices y grados en los que se presenta, y siendo sobre todo un problema de género la mujer se vuelve vulnerable de estas situaciones, los reguladores sociales contribuyen a que no se realicen estos actos pero ninguna mujer esta exenta de tener este tipo de situación, tampoco los hombres están exentos pero la fuerza juega un papel importante en las situaciones de dominados y dominantes, que se vierten en el poder obtenido por cualquier fin, así el poder se vuelve un arma de violación en todos los sentidos en los que se puede interpretar esta palabra.

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