Cap. 9, 10, 11.
Hegel y Marx tienen una
concepción vertical de conciencia dominio y consciencia servil, adjudicándole
al trabajo la fuente de la enajenación, haciendo que el siervo viva en sí y no
para sí. Esto se convierte en la dialéctica en su máxima expresión; choque y
guerra de antagónicos donde ninguno llegan a integrar el objeto, pero sin la
existencia de ambos no podría existir el objeto definido como tal.
Los modelos autoritarios
obtienen su base de poder en su superioridad tecnológica. Esta concepción tiene
su fundamento a través de la historia y en el mismo presente, las grandes
potencias colonizadoras son las que tienen un desarrollo de conciencia de
dominio y la tecnología de su lado.
El sistema autoritario se
reproduce constantemente la conciencia servil y la de dominio, y las
instituciones sociales reproducen el modelo autoritario. Una cosa es cierta el
juego de dominadores y dominados es una realidad y en cada modelo si es que
existen diferentes modelos económicos y políticos, o si solo ha existido uno y
se ha desarrollado durante toda la historia humana hasta llegar a nuestra
actualidad, pero la voluntad de poder siempre ha existido, el amor por el poder
es la única verdad consciente e inconsciente que tiene los seres humanos; por
tanto el juego de opuestos es necesario y real; sin embargo este concepto
marxista tiene una multitud de factores que influyen y que se dispersan hasta
el infinito, creando una complejidad que va más allá de una dialéctica, de un
choque de opuestos, ya que existen valores horizontales que afectan a todo ser
humano, es una endoculturación que determina pero que de la misma forma
construye identidades particulares y selectivas, que fluyen por todo los
círculos sociales con una movilidad llena de presteza.
La violencia evoluciona y se
transforma de manera intima a la evolución humana, no puede quedar paralizada
por que es una acompañante eterna del hombre, las armas se vuelven más
sofisticadas y están al alcance de las sociedades, las armas son conocimiento
de los tiempos presentes; tienen un
juicio parcialmente controlable pero contienen un concepto propio de justicia,
la justicia sin entendimiento, la justicia que también cambia constantemente y
se vuelve abstracta, relativa e incomprensible para la humanidad, por tanto se
vuelve cómplice y amante de la violencia. Por tanto ambos conceptos se disipan
y explotan en innumerables direcciones, la corrupción y la alienación se
recrean y renacen en las sociedades, en pro del caos y el orden social, muchas
veces es necesario retorcer las leyes lo conveniente para poder volver
congruente un ordenamiento social. Esto conforma un habitus caprichoso, un
habitus simbólico que hace comprender lo intanginble pero a la vez es una presa
inapresable que le da sentido a la vida y las costumbres humanas.
La violencia en el seno de
la clase obrera.
El autor vuelve a retomar
las ideas de Hegel, donde existe una posición y control vertical de la
sociedad, donde los menos beneficiados son los que se encuentran en la parte
baja de esa escala, por ende los obreros son lo más perjudicados, vendiendo su
propio físico por que es lo único que pueden ofertar ya que no tienen ninguna
otra oferta, por lo cual los patrones aprovechan esta situación dándoles
salarios que solo son efectivos para que sigan sobreviviendo pero nada más,
teniendo una alienación total, haciendo del obrero no solo una víctima de
violencia, sino que también es un instrumento y un sujeto de la violencia,
desarrollándose una lucha de todos contra todos
manifestándose a través de diferentes formas de violencia.
Esta clase de asimilación de
la violencia no deja de ser verdadera pero deja de lado factores interesantes
al generalizar, ya que los factores sociales entorno a las clases dominantes y
dominadas son muy diversos y múltiples que afectan el sentir y el
comportamiento de cada una de las personas.
En la lectura se habla sobre
la violación como fenómeno universal, esto desde mi punto de vista es cierto,
la violación se encuentra en cada sociedad, los tabús y las normas regulan los
actos de violación parcialmente, por ser un fenómeno violento su naturaleza se
encuentra inmersa en las poblaciones humanas, lo único que varia son los
índices y grados en los que se presenta, y siendo sobre todo un problema de
género la mujer se vuelve vulnerable de estas situaciones, los reguladores
sociales contribuyen a que no se realicen estos actos pero ninguna mujer esta
exenta de tener este tipo de situación, tampoco los hombres están exentos pero
la fuerza juega un papel importante en las situaciones de dominados y dominantes,
que se vierten en el poder obtenido por cualquier fin, así el poder se vuelve
un arma de violación en todos los sentidos en los que se puede interpretar esta
palabra.
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