lunes, 27 de febrero de 2012


Psicología del Nazismo.
El nazismo más que considerarse una problemática puede concebirse como una consecuencia de diversos factores que al congregarse en un lugar y época determinada que contribuía con las situaciones correctas, era inevitable su surgimiento, su expansión y su importancia en la historia contemporánea. La combinación de factores psicológicos moldeados por causas socioeconómicas son las que pueden dar un análisis más completo sobre el fenómeno nazi.
La población alemana no presento una resistencia importante para con el régimen nazi, una parte de la sociedad no llego a ser admiradora pero acepto el régimen y la otra se sintió intrínsecamente atraída cayendo en el fanatismo. El pueblo alemán se encontraba en un estado de cansancio y resignación íntimos, esto como característica no solo de los alemanes sino del individuo de la era presente, existe en la época contemporánea un ser humano que se ha convertido en un espectador que goza y deambula y se encuentra ahora en una situación en que ni aún grandes guerras y revoluciones pueden cambiar nada por un instante. El sacrificio de sangre no puede hacer nada contra la defensa con el estandarte de frivolidad.
La baja clase media presenta los rasgos necesarios para ser dominados por un líder y representante que reúne a la vez esos mismos rasgos y más allá de eso tiene el mismo sentir, por tanto Hitler era el portador de las expresiones que esta clase necesitaba y que se merecía. A lo largo de la historia de la clase media se presentaban un amor al fuerte, odio al débil, mezquindad, hostilidad, avaricia.
Una nación que había quedado golpeada y deshecha por su suerte de guerra; el periodo de la posguerra pisoteaba a una Alemania que intentaba recuperarse de los azotes de los cambios mientras que al mismo tiempo se acumulaban sentimientos que desarrollaban las personalidades de las generaciones jóvenes y viejas; así toda la decadencia de la situación económica, del prestigio social, de los símbolos de autoridad, de los padres hacían al mismo tiempo crecer un nuevo estado de animo pasivo y sumiso pero deseoso de dominación.
Hitler era sensible ante los deseos del pueblo alemán, el más que nadie escuchaba los anhelos de las masas, las masas que por su naturaleza cantaban al unísono por un líder que les devolviera y saciara el poder, así se puede decir que “La gente no quiere otra cosa que se gobernada decentemente” siendo para el líder no más que la piedra para el escultor; esto se convierte en una situación casi adaptando la forma de ley sino fuera por las moralidades con las que se disfraza, pero en realidad el arte de líder manejador de masas es un arte por más natural, es la revelación de la voluntad de poder en su máxima expresión, es la ambivalencia del masoquista y el sádico como correlacionaros del orden del caos.
Hitler es poseedor del conocimiento intelectual, es descubridor de la sensibilidad de las masas, y es sensible ante las leyes de la naturaleza, a partir de este camino trazado funda las bases del nazismo, el cual se lleva a la práctica pero tiene un sustento teórico que lo respalda, aceptando además conceptos tan subvalorados como la crueldad y la crudeza del darwinismo que muchos quieren disfrazar, y así, no puede objetarse de ninguna manera su frase “Reina cruel de toda la sabiduría”. De esta manera la naturaleza es vista como el gran poder al que tenemos que someternos, y es, en cambio, sobre los seres vivientes que debemos ejercer nuestro dominio; esto más que parecer una justificación de los actos (aunque no quiere decir que no lo es) es la pureza de una verdad que se justifica en cada momento de la historia y se ve en cada momento del presente, es decir es llevada a cabo día con día consciente o inconscientemente, por el simple hecho de situaciones conjugadas en la voluntad de poder, la selección natural, el amor por la vida y el mismo amor por los hombres, podemos resumir esto en una frase de Nietzsche “Los débiles y malogrados deben perecer; articulo primero de nuestro amor a los hombres. Y además se les debe ayudar a perecer.”
Edgar Alejandro Guadarrama Rueda.

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