lunes, 20 de febrero de 2012


El miedo a la libertad. Cap.5 Mecanismos de Evasión. Erich Fromm
“…de aquellos de quienes se dicen que están locos y no tienen modo de defenderse por que los que no están locos los sobrepasan en número.” (Miller 1999: 82) La multitud se resguarda bajo el lema superficial de “se considera hombre sano sí es capaz de cumplir el papel social que le toca desempeñar dentro de la sociedad dada” sin embargo en un sentido más profundo y analítico el lema cambiaria radicalmente, y entonces contemplaríamos un mundo donde los manicomios no bastarían para controlar a la humanidad entera, o en otro sentido el mundo sería un manicomio totalizante, o como diría Nietzsche podríamos contemplar un mundo donde “…los pobre gozarían de su riqueza y lo locos de su sabiduría.”
Partiendo de estas ideas el hombre cae en su propia trampa tendida por la diosa dominantemente libre llamada: ¡ironía! La creación de su propia libertad es la creación de su propia depresión, la creación de su propia vida conceptualizada en el origen de su propia individualidad; de tal manera que el hombre libre teme a su libertad, por ello vivimos en la contradicción de los términos masoquismo y sadismo aparentemente alejados pero intrínsecamente  amamantados por la misma nodriza: “la vida cotidiana” perdiendo paradójicamente y de un solo tajo la espontaneidad y la verdadera personalidad.
El pecado original de esta concepción tiene su mayor apogeo con el final del oscurantismo y la llegada del renacimiento. Una época de ignorancia, de control, de estancamiento da paso a una nueva era donde el hombre renace y se ilumina, adquiriendo su carácter de individuo y por tanto su libertad, pero inconscientemente la obtención del mayor de sus temores y confusiones, traducidas en una sola pregunta ¿Qué es el Ser? Así, el paso a una prosperidad resulta impotente cuando el hombre se vuelve “libre” pero que sigue encerrado en el porqué, y en el como ser libre. Por tal motivo el ser humano adquiere una actitud de defensa con dos alternativas marcadas pero inconscientes el masoquismo y el sadismo. El primero regala su libertad a una autoridad para sentir el placer de la seguridad, siendo no más que una necesidad como lo explica Dostoievski "necesidad más urgente que la de hallar a alguien al cual pueda entregar, tan pronto como le sea posible, ese don de la libertad con que él, pobre criatura, tuvo la desgracia de nacer" esto no es más que la connotación más pura del contrato social. El segundo termino impone el poder sobre otros a través de la manipulación para obtener sus fines. Esta naturalidad del ser humano ante las dos imposiciones de dominado y dominador son mutuas y se corresponden, son dependientes una de la otra y Fromm nos dice que “El sádico necesita de su objeto, del mismo modo que el masoquista no puede prescindir del suyo. La única diferencia está en que en lugar de buscar la seguridad dejándose absorber, es él quien absorbe a algún otro.” Aquí aparece de nuevo la totalizante ironía, el amor hacia ella, la dependencia de ella y el reconocimiento de ella; todo en pro de buscar el sufrimiento y la debilidad como principales constructores del objetivo primordial del hombre la perversidad del masoquismo y el sadismo, como juego de control y caos, de una comprensión inconsciente y una confusión concientizada; que llega al éxtasis  en una frase de Nietzsche “Sin dolor ni sacrificio no tendríamos nada. Hay más razón en tu cuerpo que en tu mayor sabiduría.”
El hombre busca perder la libertad y la individualidad, y esta desesperado por lograrlo y lo medios aceptados socialmente para lograrlo son variados, y siempre están en el mismo lugar: “la autoridad” y Fromm lo explica de la siguiente manera “Todos son completamente "libres", siempre que no interfieran con los derechos legítimos de los demás. Pero lo que hallamos en realidad es que la autoridad más que haber desaparecido, se ha hecho invisible.” El dictador fantasma como lo nombra Viviane Forrester es tan evidente en la sociedad actual que se convierte en eso mismo: un fantasma; esta a la vista de todos pero es intangible y ha llegado a la madurez, a la madurez más sutil y más evidente, la madurez final, la madurez cínica.
Edgar Alejandro Guadarrama Rueda.

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